Hijo pródigo

30 de marzo

Domingo IV de cuaresma

Lc 15, 11-32 su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.

Así tú, Señor, oteando el horizonte para vislumbrarme, tus entrañas de misericordia conmovidas al verme, corriendo para encontrarme, colgado de mi cuello, cubriéndome de besos. Tu vida volcada en mí. Haga lo que haga, viva como viva, dilapide tu fortuna y tu gracia como la dilapide. Siempre atento al perdón y a la misericordia.

Autor: Nano Crespo

Religioso Marianista, sacerdote. Actualmente trabajo en la pastoral de un colegio en Madrid, precisamente donde estudié y sentí la llamada a la vocación religiosa. Desde hace tres años escribo cada día un comentario a la Palabra de Dios, que me ayuda a encarnarla y a darla a los demás. De alguna manera participo en la misión de María, dando a Jesús, dando su Palabra.