22 de marzo
Sábado II de cuaresma
Lc 15, 1-3.11-32 Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo
Todo lo mío es tuyo, me dices, y te digo todo lo mío es tuyo. Y tanta verdad me deja en silencio, confundido, agradecido, bendecido. Mudo de amor, en mi ser contigo.

Cada vez que medito ésta parábola, me inunda la alegría.
Dios, me tiene demasiado Amor, pese a mis fallos. Deseo ser muy agradecida, y mirarlo siempre como el Padre Amoroso que me espera.