14 de enero
Jueves I
Mc 1, 40-45 Si quieres puede limpiarme
Sigo teniendo esa confianza en ti, Señor, confianza que restauras cada día. Si quieres puedes limpiarme. Dejarme para siempre en la claridad de tu presencia, que transforma la suciedad con que tiño mi hermosura. Cada día en ti renacido, por el poder de tu misericordia.

¡Si quieres puede limpiarme! Yo suplíco como el leproso, ruego que purifiques mi corazón y mi mente, y sienta dentro de mi ser tu infinita Misericordia.
Asomarse al abismo
y sentir
que el viento conturba:
ese es su existir.
Y aún así, saber que es posible,
que todo se aúna,
cuando el alma transita
buscando el encuentro con Dios Salvador.
Dios emerge en tu vida
y el error anida un instante
porque pedir su perdón te eleva,
y su palabra es constante:
«Quiero, queda limpio»
¿Quién eres, mi Dios, sino el milagro de tocar el alma?