1 de febrero
IV domingo
I cor 7, 32-35 al trato con el señor sin preocupaciones
Pablo nos quiere inducir al trato contigo sin preocupaciones…y la realidad es que cuando me pongo delante de ti, en la oración, y dejo que tú seas el reposo de mi ser, la fortaleza en mi debilidad, el consuelo en los momentos de peligro, todo lo que son preocupaciones, de las más diversas índoles, aparecen con una fuerza descomunal y ocupan el lugar del deseo, deseo de ti. En medio de las preocupaciones, estás tú. Allí te encuentro. No desparecen ni quedan ensordecidas, pero estás conmigo.
Sin preocupaciones me pongo delante de ti, Señor. Sin preocupaciones me recuesto en tus brazos y me abandono. Sin preocupaciones me dejo acariciar por tus manos. En tu presencia encuentro la paz. En la oración tranquila descargo mis miedos. Te escucho en el silencio, me acompañas en el camino, me coges de la mano cuando caigo, me empujas cuando dudo, me abrazas cuando tiemblo… te trato sin preocupaciones.