14 de julio
Sábado XIV
Is 6, 1-8 Vi al Señor
Te ve el profeta, Señor, y contempla como llenas todo, cómo tu gloria da plenitud al vacío, cómo los seres vivientes te adoran y proclaman tu santidad. Sobrecogido, el profeta se siente perdido, indigno, incapaz. Se sabe purificado por el fuego que procede de ti. Se sabe enviado por tu presencia que todo lo envuelve. Te ve el profeta, Señor, su mirada se dilata, su vida se transforma. En ti ser enviado. Hazme.
Fuerza sutil y paciente
acude a mí, revélate con fuerza
y no dejes que te olvide,
que te confunda con el viento.
Suave brisa de fuego que apenas toca
deja una ausencia perenne,
una búsqueda sin fin
una urgencia que no cesa.