30 de marzo
Domingo IV de cuaresma
Lc 15, 11-32 su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos.
Así tú, Señor, oteando el horizonte para vislumbrarme, tus entrañas de misericordia conmovidas al verme, corriendo para encontrarme, colgado de mi cuello, cubriéndome de besos. Tu vida volcada en mí. Haga lo que haga, viva como viva, dilapide tu fortuna y tu gracia como la dilapide. Siempre atento al perdón y a la misericordia.
