16 de febrero
Lunes VI
Gn 4, 1-15 Caín se enfureció y andaba abatido
Caín se deja llevar por la envidia, sentimiento tan poco fraternal pero tan real en nuestra vida. Mirar al hermano de una manera torticera me lleva a enfurecerme y me hace caminar abatido, encerrado en mis propios pensamientos y prejuicios, enredado en ellos, ajeno a la realidad. Libérame, Señor, del Caín que llevo dentro. Hazme, como Abel, ofrenda para ti y para el prójimo.
Señor, sólo tú puedes librarme del Caín que llevo dentro. Sólo tú puedes convertir mis envidias en humildad y servicio al otro. Sólo tú puedes transformar mi rabia en amistad sincera. Sólo tú Señor puedes hacer nuevas todas las cosas. Que me deje renovar por ti cada día y lleve a los demás tu Vida nueva.
Señor, ayúdame a callar esa voz que sale de lo hondo de mi persona con autoridad y amor. Desarma mi Caín para que pueda ofrecer siempre lo mejor que tengo a mis hermanos, para poder dar Testimonio todos y cada uno de los días. En Ti, Padre, la carga siempre es mucho mas liviana.