22 de septiembre
Lunes XXV
Lc 8, 16-18 Nadie que ha encendido una lámpara…
Me gusta pensar, Señor, que tú enciendes mi lámpara, que es tu luz la que me alumbra, y me hace iluminar cuando pongo la lámpara encendida en medio de la plaza. Que sea tu luz, y no nuestros destellos, la que ponga luz en nuestro mundo.