24 de enero
Jueves II semana
Salmo 55 En Dios confío y no temo
¿Brotó del corazón de David este salmo cuando Jonatán le dijo: “mi padre Saúl te busca para matarte”? ¿Rezaba este salmo la multitud que seguía a Jesús, la muchedumbre sufriente, que querían tocarlo para ser sanados de sus enfermedades? ¿Hizo carne esta palabra el mismo Jesús cuando vio acercarse la muerte y se hizo uno con la voluntad del Padre? ¿Recito esta oración cuando me asaltan los temores y me hallo en las sombras de la vida cotidiana, y me acechan los fantasmas que pueblan mi interior? En Dios confío y no temo, recoge mis lágrimas en tu odre, Dios mío.
Me identifico y me uno muchas veces a tu oración. Hoy lo quiero hacer públicamente y contigo digo: «Recoge mis lágrimas en tu odre» «En ti confío y no temo, Señor». Mi corazón siento la fe de mi hermano. Gracias Señor por el don de la fe, de la búsqueda, de tu presencia en los corazones.
Muchas Felicidades Padre Luis Fernando!
Celebramos la fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas y escritores… Reciba todo nuestro cariño y que el Señor lo siga bendiciendo en gracia y servicio y la Virgen lo acompañe siempre son su ternura maternal.
Luisa.
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Lima-Perú.
Hoy todo son preguntas. «En Dios confío y no temo, recoge mis lágrimas en tu odre». Lágrimas que brotan por el miedo, por la falta de esperanza, por no saber, a veces, abandonarme a lo que Dios quiere de mí, por no poder entender lo que me dice al oído. Hoy brota de mi boca este salmo, esta oración y seguirá brotando cuando me asalten los temores de la vida, del día a día.
Señor, quiero confiar en ti, porque confiando en ti me abandono en tu brazos, los miedos desaparecerán y con ellos, las lágrimas.
«En Dios confío y no temo».