20 de abril
Domingo V de Pascua
1 P 2, 4-9 También vosotros, piedras vivas
Piedra viva, Señor, porque has transformado mi corazón de piedra por un corazón de carne, que late por ti, que se transforma por obra de tu gracia, un corazón que entra, como piedra viva, en la construcción del templo del Espíritu. Piedra viva en la comunidad, que es la iglesia. Piedra viva, como tantas piedras vivas, que se unen a ti en la construcción de la morada. Piedra viva unida a ti, piedra viva desechada pero escogida y preciosa ante Dios. Piedra viva y preciosa.
La consciencia de haber sido elegido para colaborar en la «construcción» del Reino me anima y me compromete felizmente, ¡esté donde esté!