22 de octubre
Lunes XXIX
Ef 2, 1-10 Dios, rico en misericordia
Como si fuese una tierna y pastoral respuesta a lo que escribí ayer Pablo me escribe una carta; Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo, por pura gracia estáis salvados. Y así, Señor, me libras de mi mismo, me sacas de mi marasmo para ponerme ante la luz de tu ser que me aniquila para reavivarme.
Por tu generosidad, Señor, al habernos rescatado de la muerte, nos sabemos hijos de Dios. Y tu misericordia, constante e infinita que perdona nuestras muchas infidelidades, nos alienta a trabajar en tu proyecto vital.
Para emprender una travesía, larga o de corta distancia, hay que hacer acopio de valor, alegría y fortaleza. También para acometer grandes o pequeñas tareas terrenales; como un familiar que se encuentra compitiendo en aguas del mar Jónico, y que espero acabe felizmente.
¡¡Gracias Señor por tu inmensa misericordia!! La he recibido siempre en mi vida, me abres las puertas a seguir peregrinando, sabiendo que por tu Amor, voy luchando con mis debilidades y superando algunas.
Pero lo que siempre recibo, es el Don maravilloso de tu Amor
Señor de bondad, amor y misericordia
extiende tu brazo sobre aquellos que viven envueltos en la violencia y la desesperación,posa tu mirada en sus ojos y ábreles una ventana al infinito