2 de marzo
Domingo VIII
Salmo 61 Descansa solo en Dios, alma mía
Descansa solo en Dios, porque de él viene tu salvación. Tú eres la roca firme, que me asienta, el refugio, que me ampara, la delicia de mi corazón, que se transforma en manjar suculento que me alimenta. El gozo que me das es mi fortaleza. De ti brota mi bendición. Poniendo en ti tanto mi anhelo y mi aspiración. Escucho de ti esta pregunta: ¿Quién de vosotros, a fuerza de agobiarse, podrá añadir una hora al tiempo de su vida?
Solo tu mirada conoce mi corazón
solo tu paciencia cura mis heridas
solo tu vestido cubre mis vergüenzas
solo tu presencia acalla mis gritos
El agobio, el miedo, la angustia…
Señor, descanso en ti. Señor, tú eres mi roca, en tus manos me siento segura, no temo, en tu paz duermo por la noche y me despierto en la mañana. Señor, tu me tiendes los brazos donde descargo la angustia, las manos que me quitan el miedo, el amor que me libra del agobio, el refugio donde acudo cuando tiemblo.
Mi alma solo descansa en Dios. Hoy, Señor, tu te diriges a mi para decirme que no ande agobiada. Solo tu eres mi descanso.