25 de enero
La conversión de San Pablo
Hechos 22, 3-16 De repente una gran luz del cielo me envolvió von su resplandor
¿Quién eres, Señor? ¿Qué luz procede de ti? Acércame hasta ti que te acercas a mí. Desmayado en tu presencia. Embobado. Perdido. Por ti y en ti encontrado. ¿Por qué me persigues? ¿Por qué no te dejas alcanzar? Tengo que derribarte de tus alturas, derrumbarte como a una tapia ruinosa, reconstruirte en el abrazo de la luz, envolverte con el vislumbre de mi gloria, hacerte apóstol, por el más puro amor.
Caída al suelo
abrazada en tu luz
llena de gloria
¡Cuantas veces Señor, te haces presente en mi vida con tu Luz!!
Sé que en muchas ocasiones no te reconocí, pero te sigues haciendo presente en todo.
Quita de mi corazón la ceguera que me pueda apartar de tu Luz.
Guía mis pasos siempre hacía Ti.
Aclamad al Señor porque es bueno, es eterna su misericordia
Nos sostiene y guía, acaricia y sana
nos conduce hacia terrenos de paz donde descansar el alma,
nos colma de bendiciones y protege nuestros pasos.
Pero ay de ti si no sigues sus preceptos,
te volverá la espalda y la niebla cubrirá tus ojos,
te envolverá el torbellino y no habrá luz en el horizonte
Aclamad al Señor, bendecid su nombre
porque sólo él puede abrir el camino a la felicidad eterna
solo él hace girar el mundo con destellos luminosos