Entrada VI

23 de diciembre

Lc 1, 57-66 La mano del Señor estaba con él.

Tu mano Señor, está conmigo, tú no abandonas la obra de tus manos. Tu mano, Señor, modela cada uno de mis pensamientos y mis acciones, antes del seno materno. Tu mano, Señor, pone en mi mano el libro de tu Palabra, para que me ilumine, para que guíe mis pasos hasta la luz de tu morada, para que te rumie y te comparta, para que me rinda de tanta admiración y tanto amor como me provocas. Con la ternura de tu mano que se posa sobre mí.