8 de abril
II domingo de Pascua
Jn 20, 10-31 Paz a vosotros
La paz no, tu paz. La paz que orea mi vida y la refresca, la paz que asienta mi existencia en tu manantial de frescura cuando es estío, en tu cálido oasis, cuando me arropas, en los rigores del invierno. Tu paz que es dicha y gozo inesperado, cimiento y constancia, fortaleza y escudo rendido. Tu paz de la luz primera que torna el alma pura, tu paz que es morada eterna, tu paz que llena de belleza el abismo de tu oscuridad. Sin tu paz no soy nada.
Más allá del tiempo y las fuerzas está mi amor por ti: eterno y humilde
Hch 2, 42. Para Antonio Bringas