12 de marzo
Lunes IV de cuaresma
Is 65, 17-21 Un cielo nuevo y una tierra nueva
Cada día abres para mí, Señor, tu inefable novedad. En ella me muevo, todavía peregrino por este mundo, a la espera de contemplar la novedad eterna, tras el tránsito de esta vida a la eterna. Un cielo nuevo y una tierra nueva, donde todo sea luz en tu misericordia, donde todo sea una visión infinita de la existencia en ti. Inexplicable. Creo en la vida eterna. Por ahora cambias mi luto en danzas, por eso te doy gracias por siempre.
Señor,ayúdame a preparar mi corazón para una nueva trasformacion,donde tu te hagas presente.Dejo que tus palabras penetren mi corazón.
Entra
bucea
no tengas miedo o la puerta se cerrará de nuevo
Jn 5, 1-18