24 de junio
Sábado XI
II Cor 12, 1-11 Lo cierto es que ese hombre fue arrebatado al paraíso y oyó palabras arcanas, que un hombre no es capaz de repetir
Palabras que pronunciaste en el silencio de mi corazón, que nunca escuché, y que sin embargo dejaron un rastro indeleble, que llega hasta hoy, cuarenta y tres años después. Continúa Pablo: “Para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo.