orante en la noche

15 de enero
Miércoles I

Mc 1, 29-39 Se levantó de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, se marchó a un lugar solitario y se puso a orar.

Aquí estoy, señor, vengo porque me has llamado. Habla señor, que tu siervo escucha. Esto te decimos cada día, antes de que claree el alba, tantas mujeres y hombres a los que nos has regalado el don de la oración: tantas veces distraída o somnolienta, siempre fecunda en el misterio de tu amor. Así cada día nos unes a ti.